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lunes, 1 de agosto de 2011

VIII. Aún los secretos son cortos.


Eres y siempre serás así, de tal manera que nada en ti es una imperfección sino más bien, una pura creación.


A pasos lentos fui caminando. . .
Un cigarrillo en la mano prendió al corazón y una lluvia inevitable de invierno bañó al alma de esperanza. Caminé por debajo de recuerdos, por el costado de dolores y por encima de llantos. Crucé la avenida con algunas lágrimas en los ojos, la lluvia se encargó de limpiarlas, pero nadie, ni el viento, se encargó de limpiar las lágrimas del corazón.

Los pasadores raspando las veredas, el jean ajustado, la mirada perdida por algún lugar y el cuerpo sin alma caminando perdido. Las últimas cenizas caen al suelo mojado, los últimos suspiros se desnudan en mi boca.

 Los largos minutos se hacían esperar, ni una idea por la cabeza. Las neuronas se habían marchado. Ya me había cansado de buscar, ni una huella de existencia dejó, se fueron, tan repentinamente que ni me había dado cuenta de su adiós.

Las ventanas sonaban, el viento hablaba en voz baja, como susurrando. El oído se agudizó. . . El invierno nos envolvió.
-Un café por favor. –Le di mi orden a la mesera.
-Uno igual- Interrumpió Mateo.

Mis manos frías y desnudas jugaban entre sí, las yemas de los dedos eran polos cubiertos de hielo. Las uñas cortadas ordenadamente, una pulsera simple de colores: verde y rojo, una casaca gruesa, un jean un toque ajustado y una zapatillas era lo que me cubría del invierno pronunciado.

Mateo no murmuraba, ni hablaba. Sólo me miraba. Sus manos se deslizaban con timidez por encima de la mesa, iban en camino del encuentro, pareciera no importar nada. Mis ojos no se detuvieron en mirar el propósito de sus manos, se acercaba lentamente hacia las mías, el frio parecía descender hasta cuando explotó, sus manos tocaban las mías. Alcé la mirada hacia sus ojos, el me miró y yo sonrojé.

-Tienes las manos demasiadas frías-comentó.
-Sí, así sucede en mí- Le contesté con torpeza y timidez.
-Te sucede algo. . . y no me lo quieres contar.
-Tú lo sabes muy bien, sólo espero tomar el café y marcharme, ya.
-¿Sólo esperas eso? ¿Sólo eso?
-Me cansé mucho de esperar, las horas fueron minutos y el corazón siempre fue el mismo, nada cambió en él, ni siquiera tu postal.
-Tú sabes. . . –El corazón lo interrumpió- Pensé que sería diferente, no es necesario que tan sólo lo sepa, porque siempre lo supe, sino que supieses tú que se sentía vivir como yo lo hacía.

Había algunas lágrimas en la mejilla, había alguna historia detrás de todo esto. Pero ya no había ni un minuto que resistiera para continuar con la conversación. Me paré y salí del café.


Caminé algo aturdido, entre la multitud de todos. Era tal vez nada frente a todas esas personas que tenían asuntos en la cabeza, que caminaban por algún motivo de un lugar  hacia otro, haciendo tal vez lo rutinario de la vida (ir a trabajar y regresar a casa, para al día siguiente ir a trabajar y nunca parar el circulo rutinario, hasta que tal vez una pensión les haga disfrutar de su poca vida que la queda en la vejez). Caminaba frente a todos ellos, como si no existiera para nadie. Me escabullía entre todas esas personas que iban hacia su nicho: “Lo rutinario”.
-Si soy mucho frente a ellos-pensé.

Mientras todos cargan en su mente asuntos laborales y de sacrificios, yo cargo asuntos personales, no del corazón, pero si del sentimiento. Mientras tanto, busqué con la mano derecha un cigarrillo entre los bolsillos de la casaca, y un encendedor entre mi bolsillo trasero, me paré un segundo para prender el cigarro, mientras nada alrededor mío paraba, todo continuaba, como manipulados por una corriente. Nadie se atrevería a parar frente a toda esta gente; sin embargo, yo lo pude hacer. Con algo de incomodidad llegue a prender el cigarrillo y entonces comenzó el inicio de la historia. . .



Mateo fue un amigo de hace muchos años, nunca nadie había entendido nuestra amistad, éramos uno solo, sin piezas armables de rompecabezas. Los días junto a él, eran días llenos de sinceridad y consolación, mientras yo sufría contándole algunos romances joviales, él escuchaba atento y me consolaba incondicionalmente. Hasta que algún día, en una discoteca, después de haber ingerido mucho alcohol, algo extraño sucedió. . . Él apareció en el baño, cuando yo lo estaba ocupando, tenía los ojos rojos, yo le pregunté qué le sucedía, él me confesó su pena, hasta que en algún desliz nos acercamos mucho, nada parecía detenernos, nuestros rostros se atraían lentamente, hasta que nos besamos. Fue extraño, fue un error digno de admiración, despertamos a algún soñador sediento de ilusiones de nuestros adentros. Desde aquel día todo cambió, nuestra amistad se convirtió en una relación clandestina, llenos de amores ocultos. El iluso soñador tenía una ilusión por qué luchar: POR UN VERDADERO AMOR, SIN INTRIGAS Y LLENO DE SINCERIDAD. Hasta que algún día, después de muchos meses de romance todo terminó, él me dijo que se iba a un viaje, que nos mantendríamos comunicados, pero nada fue así, hasta que después de 7 meses volvió y decidió por una postal un encuentro en un café.

Pensé que el viaje lo había hecho meditar mucho, pero de nada sirvió el encuentro, no pensaba seguir siendo un romance clandestino, sino un romance aunque sea sin mentiras.

El cigarrillo se consumió solo, y se desplomó hacia el pavimento húmedo.

Una lágrima cae lentamente, viola la gravedad, se confunde entre gotas de lluvia.
Yo sé, claro que sé cuál es mi lágrima.
No contiene agua, sino recuerdos. Cae lentamente. . .
Allí cae su amor, lento pero cae.
Se mezcla entre otras gotas
Y se diferencia por el dolor.
Allí está. . . en el suelo, perdida entre todas,
como lo estamos tú y yo.


Llegué a casa, caminé hacia mi cuarto, me desplomé hacía la cama, buscando en un sueño alguna salida de tratar de olvidar lo qué hoy pasó.

Ya ni había palabras para el amor.
Ya ni versos largos o cortos que escribir, el papel se convirtió sólo en eso: un papel.
Pareciera que la inspiración se esfumó, así como se esfumó el soñador en mí.

El celular sonaba, eché un vistazo hacia el destinatario, era Axel. Contesté la llamada.
-Paulo, ¿en que estas?-interrumpió el sueño.
-Durmiendo.
-Estoy en Barranco, ven ahora.
-¿En Barranco? ¿Y ahora?- lo cuestioné.
-Te espero en el boulevard.
-No creo. . . – Corto la llamada.

Desperté entre la muerte con ni un ánimo de salir, el celular volvió a sonar, esta vez era un mensaje de texto. Decía:
-A las 10:30 en la estación boulevard, te espero.

Caminé hacia el baño y sacudí mi cabeza, tratando de soltarme del sueño. Me miré frente al espejo, vi a alguien destrozado, entonces, decidí salir a divertirme. Me alisté y tomé un taxi.
Las ventanas empañadas y un corazón destrosado. . .

Miré el reloj, eran las 10:15, estaba cerca. Llegaré a tiempo, pensé.
Caminé hacia la estación, allí estaba Axel, esperando. Lo saludé, y caminamos hacia el boulevard.

. . .Me sentí extraño, raro, no encajaba allí. Axel me conducía hacia algún lugar, yo lo seguía con firmeza. De lo lejos, en una mesa vi a Luciana y Alexis. Estuvimos todo el tiempo sentados bebiendo algo y, en realidad poco bailaba.
Nadie, ni mucho menos yo entendía por qué estaba así.

¡No encajaba! ¡No encajaba! Salí con el pretexto de ir al baño y busque la salida.
Caminé hacia no sé dónde, no conocía muy bien barranco y en realidad hacia tanto frio que. . .          
-¡Hey, Paulo!- Volteé el rostro, era Axel. Lo miré, le sonreí y proseguí caminando. El corrió hacia mí, me detuvo del brazo, continuó- ¿A dónde vas?
-A donde este mejor.
-¿Qué sucede?,  ¿qué pasa contigo?
-Nada, no pasa nada. Sólo que no tengo ganas para estar allí.
-Y de qué tienes ganas ahora, ¿de llorar?
Lo miré, mis ojos se empaparon de algunas lágrimas, respondí –En realidad, sí.
-¿Qué pasó, Paulo? Acaso ya no confías en mí.
Tragué saliva, tenía algo de miedo de contarle toda la verdad, no sabía qué responder. Explicarle que su amigo había tenido un desastre amoroso con un hombre sería asqueroso para él. MEJOR NO, mejor no le diré la verdad, contesté- Estoy al borde. . . Al borde de los límites.
-¿Límites?
-Sí, de mis límites.
-No hay límites en nadie-Respondió.
-En mi sí. ESTOY AL BORDE DE LA DESEPCION.
Continúe caminando, siguiendo a algún fantasma, dejé atrás a Axel y caminé. La madrugada nunca parecía volver.

Las palabras se hicieron cortas. . .
Las lágrimas muy continuas, y el corazón que no respondía estaban ausentes de todo, hasta de la respiración. Nada marchaba bien en mí.


Pasaron horas, me detuve en un parque. Frente de un muchacho de casi mi edad. Lo ignoré.
Estaba agotado, muy cansado. Miré en el celular la hora: 3:15 am. Frente a mí seguía el mismo muchacho, me percaté en su rostro, estaba llorando, con un cigarrillo entre los dedos. . . No estaba nada bien, me acerqué hacia él, me senté a su costado. En realidad no estábamos bien.
Asomó su mirada de entre el llanto, no sabía que ocurría.
El invierno una vez se hizo sentir, él llevaba un abrigo, mientras yo sólo una delgada polera. Interrumpí el silencio.
Tal vez sea inoportuno, pero eso no corre de mi cuenta -¿Hola?
El me miró una vez más, quedo un frio silencio por 4 segundos, luego contestó -¿Quieres un cigarro verdad?
-No- respondí
-¿Entonces?
-Te noté algo mal.
-Disculpa, no siempre un desconocido pregunta por mi estado de ánimo.
Fui un torpe, la conversación no tenía sentido-Olvídalo.-Me paré a continuar mi camino a la madrugada.
-¡Espera!- interrumpió, luego continuó-Ya nada queda, no tengo nada que perder. Quisiera que fueses oído y no una voz que de consejos.- Me guió hacia su auto, entramos en el. . . y le pregunté.
-Aguarda, soy apenas un desconocido. ¿Confías en mí?
-No, pero por eso, eres un desconocido, y no sabes nada de mí, ni me dirección ni nada.
-Tienes razón, entonces, continua.
Un lapsus se prolongó, tal vez esté pensando muy bien que contarme, que seleccionar y que no. Luego de un largo momento, habló- Por más que lloré mil veces, siempre habrá un uno más después de todas las cifras, es continuó hasta nunca parar. Desde hace ya un mes, mis noches son solitarias y muy feas, me refugio debajo de la almohada y de vez en cuando en este parque, el cigarrillo es un fiel compañero. . . Y fuera de haber fracasado en el amor, siento que también fracasé como hijo –Rompió en llantos.
-Cálmate, nada malo has hecho para que estés así, sólo has amado mucho.
-¡ESO ES! Nada malo eh hecho, sólo eh seguido mi camino. Sólo eh seguido mis sentimientos y es por eso que nunca llegó a entender el dolor.
-Aún no entiendo nada.
-Es mejor. . . –tomó un poco de aire, y luego respondió- soy gay.
-¿Y?- le respondí con frivolidad, continúe -Eres y siempre serás así, de tal manera que nada en ti es una imperfección sino más bien, una pura creación.
. . .

La libertad de las palomas se veía morir cada vez que alguna resortera apuntase hacia ellas. La libertad de las personas no existe porque siempre están en la resortera de los demás,
apuntando a disparar.”



De Paulo Swetch
Me puedes enviar un e-mail a: jayrokerin@gmail.com