TWITTER OFICIAL

lunes, 31 de enero de 2011

V. El dolor perturba al corazón, el alivio incentiva al alma desnuda...

Nunca imaginé tener tan cerca a la muerte, nunca pensé tener en cuenta el dulce sabor del suicidio.
El miedo se había apoderado rápidamente de mí, el aroma del que ahora dependía me hacía saborear la posibilidad de una sobredosis.
Bastó una copa, tan sólo una para sentir como moría realmente, porque ya había muerto por dentro -Sentía que la vida me daba una oportunidad para desaparecer el dolor, aunque quizá no se puede borrar de mi alma herida- No podía dejar el sufrimiento de lado, sentía morir el frágil mortal que se desvanecía por cada instante.
Desnudaba mis ideas, las botaba hacia el vacío por un momento, dejaba caer la autoestima y agarraba con timidez, los recuerdos que tanta falta me hacían. Bañaba de lágrimas el momento, la ocasión era la adecuada, lo que tanto temía, lo estaba cometido -TE ESTAS VOLVIENDO INDISPENSABLE- ¡Y eso no me puede suceder!


-Ella abrió una herida en mí, gozó de mi sangre y me inyectó adicción- CONFESIONES A LUCIANA

El aceptarlo no llenaban mis ansias de perderte, el olvidarlo no era fácil de lograrlo
El silencio llegó tan paulatinamente que no se dejó sentir, el sumiso viento tocó mi cuerpo semidesnudo y me envolvió en una capa, cubriéndome y vistiéndome de nostalgia.

Las tardes por las noches, cuando el sol se despinta en el cielo, parece renacer los sentimientos abstractos que no se dejan ver a simple vista entre el desorden interno.

Tal vez alguna parte de mí reclamase ayuda o auxilio, no lo sé, pero un impulso radical hizo romper la cadena de llanto.

Vi las últimas lágrimas reventándose en el suelo, dejando un punto minúsculo en el piso y un mismo recuerdo ya pensado –Miré aquel punto húmedo con todavía algo de dolor, y le dije- ¿cómo es posible que tu estés tan dentro de mí? ¿Cómo es qué contengas tantos recuerdos comprimidos?- Nadie tendría las respuestas, pensé.

Necesitaba hablar con alguien, necesitaba un oído y unos brazos para calmarme. No quería consejos ni palabras alentadoras sólo quería “ser escuchado por alguien y no por mi habitación”.
Me levanté de la cama con ayuda del auxilio interno. Me miré al espejo, me detuve un rato en pensar- qué estúpido soy-me lavé la cara, me peine con la mano, me puse el pantalón y un polo ligero, me coloqué las converse y con un toque de “listo” le hablé a mamá para avisarle que iba donde Luciana, salí hacia la calle y dirigiéndome a su departamento mis dedos raspaban las paredes de las casas y las rejas, quizá y fue un efecto del aburrimiento, pero era mejor así, no quería pensar en Mafer y en sus recuerdos, sabía que alguna estupidez podía cometer.

Ya en la puerta del departamento toqué el timbre, Luciana salió a atenderme con algo de impresión, abrió la puerta y me sonrió, me dejo pasar. Observé el ambiente tan desordenado en el que vivía, la sala era alumbrada de una poca luz que entraba de la calle, las cortinas y ventanas abiertas le daban un toque terrorífico a la sala, botellas de gaseosas tiradas en el piso y algo de ropa en las sillas. En ni un momento observé algo de comida, tal vez fue el egoísmo el que se tragó el sermón que le hubiese dado a Luciana, pero ella me preguntó
-¿Qué te ocurre Axel? Te noto mal y algo triste.
-Es el corazón Luciana.-Los latidos cortos del corazón demostraban su culpabilidad.
-¿Qué tiene el corazón? ¿Qué le hicieron?-preguntó con algo de asombro.
- Dolor y algo de recuerdos que no se quieren marchar. Es como una bola de espinas en el pecho, cuando mas tratas de sacártelo, más te duele.
-Es por Mafer, ¿cierto? –Suspiró cómo si se estuviera inspirando antes de volver a hablar, continuó-Ya son 3 meses…
-Eso mismo me pregunto yo, aún la extraño, pero creo que el recuerdo pesa mucho más que el sentimiento de amor que tenía hacia ella. Y los meses ya no tienen importancia para mí.
-¿Crees que haya sido la costumbre?
-No. Creo que fueron nuestros cuerpos los que no se quieren separar.
-¿Sus cuerpos?-Me miró sorprendida y volvió a exclamar –Deja que todo tu interior fluya en palabras, yo te ayudaré a controlarte y si esto no funciona, es mejor dejarlo allí, sólo quiero que te desahogues.
Me pareció una buena propuesta. Cerré los ojos y baje la cabeza, se demoró un segundo en revivir el recuerdo y el llanto que cargaba sobre la espalda, y empecé.
- Son meses muy duros para mí, el recuerdo y el llanto se han convertido en los principales protagonistas. Y siento verla por las noches, siento tocarla en su inocencia; pero, los sueños ahora sólo giran entorno de ella. Nadie podrá llevarse este peso de encima que tanto me gusta cargarlo -Algunas lágrimas cayeron tan lentas, tan débiles como mi corazón refugiado, continúe -A veces eh pensado en muchas formas de cómo amar, y aún no eh llegado a la conclusión donde tenga que poner el punto final. No pretendo hacer una tesis o concepto de “amar”, creo naturalmente que nadie lo podría hacer. Porqué si de algo estoy seguro es que los sentimientos como todas las cosas abstractas son indescriptibles, y nadie podrá definirlas, y entonces puedo decir que “No quiero desprenderme de este sentimiento que me sabe a suicidio”- proseguí-Sabes, las nubes tapan la luna, así como los recuerdos tapan al corazón. Me han crecido las dudas y a la vez Paulo me metió las ideas de conseguir una nueva pareja, pero no es así, tan sólo pienso que el transcurso del olvido se demora mucho. Ya pasaron casi dos meses y el efecto sigue siendo el mismo. No sé cuánto tiempo mas dure esto-Flaqueé una vez más, pero el corazón quería seguir hablando-Ella abrió una herida en mí, ella gozo de mi sangre y me inyectó adicción. Son llagas tan delicadas que permanecen cerradas por miedo a borrar su cuerpo y su amor sobre mí.


¡No duele! grita la razón, mientras el corazón se embarra de dolor.
-No duele que nos hayamos perdido; duele que ahora nos convirtamos en tan sólo anécdotas.
...Y todo esto pasará, y cuando todo este normal, ya ni caso tendrá el recuerdo.



Nicotina mortal.

Los recuerdos rotos, pero no destruidos vagaban por alrededor de mi habitación casi en una capsula sin remedio, parecía contener nicotina y adicción, el aroma de los recuerdos vagos me sabían a tóxico mortal o “bomba de tiempo”, era el olor mas adictivo de  mi corazón y de mi retención.
No puedo ocultar las lágrimas imparables que no dejan de caer, siento morir el ave que ya no puede volar, que sólo nada en mares peligros y tóxicos para el, pienso que es masoquismo, pero es más que eso: Es la búsqueda incesable del porqué. Por mas que la marea este contra su voluntad el parece no atender a los percances, sus ideas suicidas lo llevan a un callejón sin salida, donde el mejor aliado no es pensar, sino actuar por instinto animal.

Ya no puedo proteger este débil cajón que se vuelve frágil ante todo el dolor, ya ni el cansancio ni las lágrimas son suficientes para aliviar el consumismo del corazón dolido.
Letras tras letras, palabras tras palabras… Ya no puedo conformar prosas de ánimos, ahora rehúso creer que te fuiste, que tus palabras me bañan una vez mas en el recuerdo invalido que no mueve montañas pero que mueve con gran dolorosa rapidez el corazón desnudo.

Ya ni los consejos parecen hacer efecto en mí, una capa de recuerdos ha invadido mi cuerpo, todo parece resbalar y caer ante mí. Los oídos se hicieron sordos y los ojos sólo me servían para llorar. El adecuado momento suicida ya no podía una vez más atacar mis instintos. Y si lo volvía a hacer estoy seguro que la muerte acecharía lentamente como carroñero en busca del desliz más pequeño para morir.

Nubes gigantescas confundían mis ideas, entorpecían mis palabras, contradecían mis lemas, mataban mi criterio y consumían mi vida.
Ya no puedo vivir sin ti, ya no puedo.

¿Dónde estás? Ya no te veo por las tardes, y me pesa el pensamiento cuando estas cerca de mí, ¡No te alejes! Sé que no estas, pero sé que alguna parte de mi te siente tan cerca que la ausencia desaparece en el segundo. Eh inventado todo una vida junto a ti, eh pintado el cielo de tu nombre, eh jugado con las cicatrices del amor, eh  escrito tu nombre en mi pared, eh volado por toda la tierra y no te eh encontrado y la imaginación… parece despintarse.

Casi en un ambiente de guerra, las cosas no son normales. El llanto, dolor y proyectiles apuntaban hacia la víctima más frágil del campo de sangre: El corazón. Tal vez fue el equilibrio emocional el que me alejo del campo de sangre en el cual se había convertido mi habitación. Las tropas obedecieron el mandato firme y exhausto del corazón: retrocedieron y dieron marcha atrás, cómo perdedores  una vez más  del recuerdo.
Salí hacia sala con ganas de gritar, luego abrí la puerta de casa y me refugie en las calles de mi domicilio. Quizá un poco de aire hiciera revivir como en películas los soldados muertos… pero no fue así.


El suicidio me sabe a miel.
Llegó como un ángel confundido entre preguntas y dudas. Llegó casi en el momento oportuno, cuando las seductoras riendas del suicidio atrapaban al cuerpo inválido de mi corazón. Pareció calmar cómo de magia, el tormentoso huracán que destruía una ciudad entera en tan solo segundos.
El llanto desordenado y abrupto entorpecía mis palabras, dejando un nudo incontrolable en la garganta, el llanto también tragaba palabras de mi boca que ya ni se podían pronunciar; el claro ejemplo del despegue de lo más profundo de mi interior con el medio.
…Cuando el auxilio interno despega con rapidez a la superficie. 
Él estaba allí, cubriendo con paraguas los recuerdos rotos que parecen desprenderse del cielo, me invitó a cubrirme dentro del objeto, pero todo recaía sobre mí. Sus brazos me sujetaron con fuerzas y llevándome dentro del insignificante paragua que todo cubría me devolvió la poca paz.
El sutil desliz de su mano recorriendo la espalda en símbolo de ayuda me despistó, pero no me alejo de mis ideas -Ya no estés así-Me dijo Paulo, con un timbre de voz baja.
-¿cómo es qué  estoy?-le cuestioné. Con ojos rojizos.
-Estas mal, estas muriendo por dentro, estas matándote y ya tienes que parar.
-No es masoquismo, son recuerdos que no los quiero borrar, son imágenes que me hacen sentir tan cerca de ella, tal vez duelan pero siempre se corre un riesgo ¿no?
-¡No! Tú no tienes por qué vivir bajo un riesgo, sólo tienes que vivir bajo ti mismo.
Un breve silencio me dejo pensando, proseguí -Sabes… a veces me desconozco, y me pregunto qué me pasó, pero las respuestas parecen esconderse; sin embargo, mi decepción no.
-No tires a la borda tus ideas por alguien.  Aún tienes tiempo de recogerlas.
-Sé que puedo hacerlo, pero algo me sega las acciones.
-Yo te ayudaré a recogerlas-me dijo con optimismo.
“Nadie me puede ayudar a recogerlas, sólo ella” pensé-Nadie puede entender lo que siento, sé que siempre habrá alguien tratando de ayudar, pero las palabras y acciones no son suficientes.
-No te ofrezco palabras, te ofrezco mi apoyo  y mis ganas para salir de esto.
Las nubes empezaron a despejarse, los rascacielos más altos recibieron los primeros rayos del sol. El verano ya parecía acercarse y el amor… alejarse.

La propuesta anticipada de una cita que ya se había pronosticado, daba como fecha el día de  hoy.
Los viejos amigos de una juventud temprana se iban de recuentro…
UNA BREVE PRESENTACION…

Luciana: la vieja amiga de la infancia que se refugia en pastillas para no perder la figura ni la belleza. También, un oportuno Paulo: un gran y mejor amigo del colegio y de la vida, sus palabras están hechas de optimismo y de dulzura, él está en los momentos más difíciles.
Alexis Montes: unos 19 años alocados y trajinados de marihuana y de sexo, una vida llena de dinero y comodidades. Rodrigo: El típico amigo que se acomoda a las circunstancias, su gran personalidad es admirable.

Y una tal Romina: Vive bajo el éxtasis del momento, una vida colmada de más bajos que altos, pero una gran persona en el interior. Y una Mafer que había dejado todo atrás por un futuro mejor y sin errores. Y… un Axel: un joven que goza el sabor de la decepción, un confundido adolescente que vive bajo la imaginación y que va comprendido con el tiempo “la metamorfosis de todo lo que lo rodea”… ese soy yo.

Si algo tenemos en común (Luciana, Paulo, Alexis, Mafer, Rodrigo y Romina) es que vivimos en el típico dilema de la adolescencia, dónde las cosas que se dicen ser malas son buenas y las buenas se convierten malas. Donde el amor fugaz se encuentra bajo la piedra de cualquier lugar. Dónde jugamos a no ser perfectos y terminamos hechos un desastre y dónde nada nos importa… ESE SOMOS NOSOTROS, “LOS SIETE”.



Éxtasis; flor de piel.
No basta el corazón destrozado para aliviar los desastres causados, no basta un alma vacía para intentar parar con el sufrimiento, no bastan lágrimas agotadas para parar el llanto, no bastan recuerdos desaparecidos para lidiar la desesperación de perderte, y no bastan gotas del corazón para saber que está cansado.
No bastan palabras absurdas para saber que te sigo amando…
En la esquina del encuentro la vi llegar con un vestido negro depresivo, unas gafas negras y grandes, su cabello lacio total y su figura tan moldeada como ella lo quiso. Luciana se acercaba hacia el encuentro de los amigos que por un momento se volvieron lejanos, de pronto se asomó al encuentro Alexis Montes, después de unos minutos apareció Rodrigo y con él casi enseguida Paulo, bastó diez minutos para qué Romina cerrará el círculo de amigos. Estábamos completos “los seis” aunque no tan completos, éramos en realidad “los siete”.  Mafer ya no pertenecía a nuestro mundo, ella estaba dibujando el suyo.
Nos encontramos en la esquina de la calle “La paz”, una avenida concurrente donde casi siempre solíamos encontrarnos cuando teníamos catorce años y ahora después de tres-cuatro años, lo volvemos a hacer, la edad promedio de “los cinco” es actualmente diecisiete años, aunque Alexis Montes es el mayor de todos con unos diecinueve años. Esta esquina no tan sólo era la intersección de las calles de los destinos de nuestras casas, sino también intersección de amistades y enemistades.
Subimos al auto de Alexis Montes, él nos llevó hacia su casa en la playa de Pucusana, paramos en un grifo con autoservicio, todos sabíamos a lo que íbamos, mientras otros alistaban las compras de licor. Yo me quedé en el asiento trasero con Luciana hablábamos acerca de la bomba desenfrenada que haríamos en la casa de Alexis, yo traté de evadir la conversación, si bien es cierto que íbamos hacia una juerga; no es cierto tratar de planear lo qué pasará, soy de las personas que tan sólo dejan que el momento fluya y que las palabras y acciones sean tan naturales como el aire que recorre la piel. Alexis alzó con gran rapidez el volumen de su reproductor de música, mientras los demás se alistaban a entrar al auto con las compras hechas (licor, cigarrillos y me imagino algo de comer). La electrónica invadía sin resistencia por mi parte todo el auto y todo el momento, la explosión era casi momentánea, aún sin haber ingerido alcohol la adrenalina subió hasta la cabeza, un éxtasis de música azotó sin medidas las neuronas y sin precisión “algo se dio”. El auto vibró de gritos, todos movíamos los brazos en una acción desenfrenada y el transcurso no fue más que rápido en tan solo una hora y media de recorrido.

El auto se estaciono frente a la puerta, todos entramos a casa, era una muy inusual, tenía un toque rustico y algo reflexivo, era algo contradictorio pero interesante. Había examinado muy bien el ambiente y me encantó, pero lo que más me gustó y se robó mis expectativas fue el muelle que se encontraba en la parte posterior de la casa, era como si en vez de un patio estuviera la playa ¡Algo fantástico! La casa tenía una conexión directa con el mar.
El penetrante olor del cigarrillo revivió al adicto fumador que llevo dentro, las bebidas de alcohol no se hicieron esperar y casi al segundo todo se convertía en nicotina y adicción. Paulo encendió el equipo de sonido, mientras Mafer encendió el recuerdo que el corazón había parecido tratar de borrar. Por cada segundo que bebía el recuerdo era más evidente y aunque trataba de aliviar con el llanto la sonrisa se veía muy fingida. Me propuse no tomar más.
El alcohol tentador daba vuelta por mi alrededor, era inevitable dejarlo de lado.
Tomé un poco -sólo un poco más- me dije entre dilemas. Pero también tomé los recuerdos dolorosos que hacían desvanecerme en pensamientos que nacen tras cada segundo.

Estaba todavía algo consiente, veía a Paulo carcajearse de risa con Rodrigo, mientras Luciana fumaba un cigarrillo y conversaba con Alexis y Romina, esta sacó otro tipo de cigarrillos, el olor era muy tosco, pero eso parecía lo de menos para Alexis ya que él también lo fumó. Estaba algo dudoso, no tenía muy bien en claro que es lo que estaban consumiendo, pensé -¿Marihuana?- El olor era cada vez mas intenso, sentí una conexión casi directa entre lo rustico de la sala con el pucho de Marihuana. Algo comenzaba a tomar forma.

Me paré y caminé hacia el estrecho muelle, me quedé por segundos observando el gran paisaje, todo era tan hermoso y tan natural, el mar parecía no encontrar el horizonte, la copa que traje conmigo se agotaba cada segundo. Sentí venir a una Luciana, se sentó junto a mi lado y comenzamos a platicar. Lloré en su hombro y ella me consoló, me acaricio las manos y me dijo-Olvídala, no tiene caso seguir pensado en ella. Ven, hay que entrar a divertirnos-  su estado de ebriedad me hacía sonreír, pero su gran ternura y adicción hacia el alcohol me hizo reanimar para bailar.
El silencio que había en la sala se interrumpió por la electrónica a todo volumen que dejo renacer mi estado de ánimo. Sentía un gran alivio dentro de mí, di la bienvenida a la diversión, cambie la copa por una vaso mucho mas grande de licor, pude ver una alegría que se había como esfumado durante todo este tiempo, el cigarrillo era cómplice de mis locuras, bailé sin parar, no me medí ni un momento con el alcohol, todos bailaban y cantaban. Pero algo me ocurrió… sentí el arrebatamiento del alma.



Amor, el corazón quiere seguir latiendo.

…Estoy confundido.
Ya no creo en el corazón, siento el acechamiento del criminal.
Estoy perdiendo la cordura, me estoy volviendo la víctima más frágil del temor.

¡Viene por mí! Siento su perfume sulfúrico muy cerca del alma.
El dulce punzocortante de su armadura rodea la piel delicada del mortal
Se prepara para atacar- ¡NO, BASTA YA!- Tengo miedo.
El valiente soldado muere por dentro y las neblinas parecen consumirme
-Soy presa fácil del criminal- Me siento rodeado, vigilado, acechado, espiado: Me siento muerto.

El turbinado miedo hizo romper la copa de amor.
…El corazón era cómplice de la muerte.
Y los latidos lentos e inseguros se sienten agotados.
Nunca imaginé tener tan cerca a la muerte, nunca pensé tener en cuenta el dulce sabor del suicidio.

El parpadeo continuo se influenció del cansancio,
Las últimas lágrimas de un tóxico amor se despedían de Mafer.
Y el bullicio interno se calmó y la visión pareció distorsionarse.
Mientras el ruido se fue apagando…
-Llegó con fuerza- Se desvaneció el frágil mortal.

Mi cuerpo cayó al suelo, me sentí morir. El miedo se había convertido en alivio.
Aún podía ver, estaba recostado, tirado entre copas y corazones rotos. Paulo se asustó, corrió hacia mi sin importar nada, todos voltearon y se acercaron. Luciana lloraba, mientras Paulo trataba de reanimar el cuerpo inmune que se sentía cansado.

Mis últimos pensamientos iban hacia el corazón –Se volvió indispensable-culminé.

…El dolor perturba al corazón, el alivio incentiva al alma desnuda.

~ No somos más que el retraso de un reloj descontrolado (siempre llegará la hora)~

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja tu comentario acerca de esta publicación.

Me puedes enviar un e-mail a: jayrokerin@gmail.com