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miércoles, 22 de diciembre de 2010

IV. No te lleves el corazón.


Dejaste el aroma en la puerta del salón
Dejaste la desnudez en el tocador
Dejaste la inocencia en la habitación
Dejaste las lágrimas en el almacenador
…Dejaste todo, pero te llevaste el corazón.

¡Regresa! Qué ya no puedo, de pronto, mas con estos remordimientos y ganas mías de tenerte a mi lado: abrazarte, acariciarte, besarte, tocarte, probarte, mirarte, todas esas cosas que nos hacían tan uno del otro.


No entierres el amor, ¡Quédate!
 No dejaremos de querer, no dejaremos de pensar, no dejaremos el sentimiento atrás…

El escenario perfecto, el estado también, la bulla casi imparable al igual que el llanto incesable, la multitud con sus problemas como mis sentimientos en sus dilemas.
Era el escenario perfecto, era la noche y la hora adecuada para decirte adiós.
Era el cementerio indicado: el aeropuerto “Jorge Chaves”. Pero para mí: El cementerio de nuestro amor.   
La vi llegar con una rosa en las manos, con lágrimas hasta en los senos y estoy seguro que con el corazón en la nada. Yo estaba hay parado, desconcertado, llorando, estaba ahí mirándote, despidiéndote con la mirada. Hasta que no pude mas y corrí hacia ti sin importar los pocos minutos de abordar el avión.

-¡No te vallas, quédate!-Le supliqué sin orgullo alguno- No te lleves el amor.
-No me pidas eso, por favor
-Mírate, mírame, necesitas de mi como yo de ti, ¡No! No te vayas- Rompí con gritos la despedida ¡quédate, quédate! gritaba el corazón desesperado.
-Ya perdí de vista el camino, estoy extraña, no te puedo decir insegura, pero…-Se entrecorto su voz, limpio sus lágrimas de la mejilla y prosiguió- si ante ti esto suena estúpido: Te amo.
-Ya nada es estúpido, ya nada lo es. Eh sentido tal vez lo suficiente que ya no sé qué pensar.
-¿Me amas?-Me dijo con una voz dulce y con la mirada mas tierna que pude ver en mi existencia.
-Somos estúpidos, quizá y ese es mi don-¡Te amo! Claro que te amo, decía mi razón que aún por orgullo lo decía en indirectas- ¡No te vallas, por favor!
-Me quedaré. Pero… en tú corazón, como tú te quedaras en el mío.
-No seas ilusa, si te vas, te llevarás todo lo que empezó.
La hora del aeropuerto daba las 8pm, la hora de partida, la hora que nunca quise que pasará.-Ya es tarde-me dijo con resignación y con lágrimas que se pueden medir con el sufrimiento, dejó en mis manos una rosa y terminó su despedida con un- Te amo.
-No es tarde, es el final. Tal vez y te amé Mafer. No lo sé.

Qué buena combinación fue la del dolor con la resignación.
Las fronteras altamente resguardadas, se han debilitado, las posiciones de lo bueno y lo malo se están alborotando, ¡Hemos perdido! Grito mi equilibro personal. La frontera se destruyó con los sucesivos bombardeos de tus recuerdos, el llanto fue muestra de la guerra interna.
Quién iba a decir: “Un sentimientos puedo más que mil cosas que están de por medio”.
Tú pudiste más que yo, ¡Ganaste! Claro que lo hiciste, sabes ¿por qué? Porque me enamoraste, lo acepto y ahora recién lo comprendo, te amo



El corazón no te quiere decir adiós.
Antes de sacar las cartas hacia la mesa, pensé un instante en ella, era tan nostálgico recordar su nombre, era como si sintiera el sabor penetrante pero instantáneo de su amor, de pronto sentía ganas de tenerla a mi lado, y de pronto sabía que estar lejos era lo mejor. Sentía algo muy dentro de mí, el corazón estaba relajado, dando latidos tal vez lentos o rápidos, no lo sé. Pero qué tal latidos, eran uno de los mejores latidos que este corazón había dado durante mi vida.

No lograba concentrarme en el póker, ella estaba tan dentro de mí que no tenía motivos para que un absurdo juego me quite su nombre de encima. Los ánimos, se me habían perdido, no se dejaban encontrar, y el humor del momento no era nada controlable, sólo pude agitar mi cabeza, pararme y dejar mis cartas encima de la mesa. Rodrigo, un amigo mío que estaba en la partida, trato de averiguar el porqué de mi comportamiento, y su pregunta no fue mas que obvia- ¿Te sucede algo?
-No Rodrigo, sólo que no tengo cabeza para jugar-En realidad, lo que no tenía, era el corazón estable.
-Tranquilo, nada solucionaras si reniegas contigo mismo-Sus palabras eran algo consoladoras, pero no lo suficiente para dejarme llevar por su “sabio consejo” que todo mundo lo dice, sólo desvié mi mirada y salí hacia la azotea que quedaba a unos pasos, nosotros estábamos en el 5to piso del departamento de Alexis Montes (un amigo del colegio).

Eran casi las 5pm de un mes de diciembre, en una tarde muy típica de Lima, con el cielo nublado que se tomaba de color gris opacado, mientras yo, algo despistado entre la reunión de mis amigos y la bulliciosa calle de Surco.
Miraba atentamente los cables de luz, y en realidad no me interesaban esos absurdos cables, sólo que me quede pensando en ella, y mi vista se quedó en un punto fijo: en los cables.

Los previos pasos de una persona acercándose hacia mí, eran evidentes, pero estaba con los ánimos no tan favorables para entablar una conversación, así que trate de despistar la ausencia del quien venía con una supuesta conversación por el celular.
El que se acercó hacia mí era Paulo Sketch: uno de mis mejores amigos, mejor dicho, mi mejor amigo, conocidos desde la infancia, compartiendo horas tras horas con algún disparate, o cometiendo bromas y conversaciones absurdas. Él es de esos tipos de personas con los cuales nunca nadie se quiere separar. Paulo y Luciana se conocen muy bien, ellos son dos de los pocos amigos con los que mas frecuento, y con los que mas comparto momentos de ocio y diversión.

Tras esas descripciones de Paulo, era de prevenir que mis ánimos por mas que fuesen de nada amigable, necesitaba a alguien que le escuchase, que estuviese con el por tan solo minutos, por no decir horas, y que lo mejor de todo que lo comprenda.
-Sé que estas ahí, pero también sé que no quieres hablar. Pensé que harías la excepción conmigo, pero no te preocupes- Dijo Paulo, iniciando una conversación que él lo veía por perdido.
-¡Paulo!, olvídalo. Si necesito hablar contigo.
-Cuéntame, ¿qué sucedió?
-Es Mafer (María Fernanda).
-Qué pasó con ella- Me dijo algo asustado, quizá y pensando lo peor.
-Salió del país hacia México con sus padres, tú sabes… por negocios.
-¿Y cuál es el problema?
-Que tardará más de seis meses o tal vez más en regresar: ese es el problema- Otra vez los estúpidos ánimos antisociables tratan de hacerme explotar. Pero no debo, ya eh soportado todo este sentimiento durante una semana y no lo quiero volver a sentir.
-No lo sabía, ella siempre viaja pero siempre regresa al Perú en menos de 2 semanas.
-¿Qué es lo que no sabías?
-Del tiempo que se iba a demorar, es estúpido que te diga del viaje, porque ella me comentó de un viaje que haría, pero no me dijo mas nada.
-Lo sé, ella me contó algo, y por eso te lo pregunté- Un gran silencio invadió el momento.
Ya no daba mas para conversaciones. Era mejor cortar la conversación ahora, antes de explotar delante de Paulo.
-Paulo, no es momento para seguir hablando.
-Claro que sí, pero para tu corazón no, ¿cierto?
-¿Mi corazón? No lo sé, a veces pienso que el corazón ha sido disuelto por la razón, y esta ha perdido la cuerda por el amor.
-Es difícil entender a los sentimientos, pero es más fácil entender a tu mejor amigo, por eso: te entiendo.
Cerré el discurso estúpido de nuestra conversación con la idea de salir de casa de Alexis y así fue.


¡Basta corazón!
No quiero hablar de libertad ni de amor…
No quiero jugar a que estas junto a mí…
No quiero besar nuestro amor…
No quiero sentir tu dolor…
No quiero decir te amo…
…Porque sé que mentiré.



Entre la razón y el corazón sólo existes tú.
Tras unos largos 3 días… Las noches no eran más que difíciles para mí, que cualquier otra.

Había prendido el cigarrillo que siempre consumíamos (Mafer y yo), había perdido la noción del tiempo en minutos de pensamientos. Por un momento me creí pintor y comencé a dibujar en la pared algo azulina y celeste de mi cuarto el momento más íntimo de nuestras vidas. No traté de plasmar su desnudez si no más bien el despojo de su inocencia, aquella inocencia que se perdió por mi culpa, aquella noche que me volvió personaje indispensable de ese recuerdo que se quedará cicatrizado en tu piel como en la mía. Tal vez esa sea la gran razón por la cual mis hormonas y mis sentimientos la reclaman- El timbre de casa sonó, mis ideas y mi dibujo fueron interrumpidos, me levanté del piso, apagué el cigarrillo  y corrí a atender el llamado estresante del timbre-
Era Paulo ¿Paulo, qué hacia él aquí? ¿Tan tarde?, me pregunté para mí mismo.
-¿Paulo? Hice una mueca de sorpresa, lo cual le generó una risa en él.
-Sí, soy yo. ¿Por qué tan sorprendido?
-Mira la hora que es, y no lo sé, casi siempre vienes a casa para sacarme a una fiesta o para hacer una reunión.
-¿Entonces? Qué tanto te sorprendes.
-Jajajaja, lo siento Paulo, ahora no tengo ánimos para salir.
-No, cómo crees, no vine por eso, vine por mi mejor amigo.
-¿Y desde cuándo haces eso?
-Desde hoy.

Algo muy dentro de mí se alivió, quizá y eso era lo que necesitaba “un mejor amigo”, alguien que me escuche, que me soporte, que me entienda aunque sea por un instante, que sea cómplice de mi artística obra y que crea por un rato en mis pensamientos que por el momento pienso que son transcendentales. Caminamos hacia mi habitación y le mostré con algo de timidez mi dibujo en la pared, él se mostró confundido eh interrumpió el momento silencio.
-¿Quién es?
-Alguien-le dije con ironía.
-¿Acaso es Mafer la de la pared?
Mas de lo que decía, me sorprendió su exclamación-Si, es Mafer-Le contesté.
-No entiendo, tú y ella…-Lo interrumpí con rapidez, confesándole-Si, yo y ella hicimos el amor-Me sentía comprometido a contarle todo lo que sucedió. La noche con la presencia de Paulo se hacía larga, entonces bajo un secreto de por medio, le conté lo sucedido (la II Publicación “Noche en tu piel”).

Así pasaron las horas, los discursos, los temas, las bromas, los recuerdos… Nosotros estábamos ahí, tan cerca pero tan lejanos con las ideas, él me consolaba, me entendía, cubría mis sentimientos repulsivos, me extendía sus brazos, me cuidaba, me hacía sentir que la palabra del “mejor amigo” se reflejaba en él.
Hasta que llegó el momento del quiebre, dónde uno ya no puede resistir más, dónde se forman coágulos de recuerdos, y el reventar aquel bolso no causa satisfacción sino mas bien te arrastran con dolorosas costras que no quieren cumplir su función y la herida cubierta soporta dolor, decepción, ansias (cualquier tipo de sentimientos que se reúnen por casi milagro) y allí ante todo este alboroto estaba él (Paulo) para tratar de cerrar esas heridas, por mas que no sea medico ni mucho menos enfermero sus impulsos de mejor amigo me trataba de curar.
Él se acercó hacia mí para abrazarme, para hacerme sentir acompañado, pero mis egoístas ansias no querían eso. Me prometí en medio de lágrimas no llorar más y él casi oportuno con sus palabras me dijo:
-Ya no llores más, el corazón a veces necesita descansar.
-No lloraré una vez más- le dije con los ojos brillosos- ¡No lo haré, LO JURO!
-No jures algo que no está en tus manos
-prosiguió- Mejor jura que nunca te separarás de mí.
-Pero eso tampoco está en mis manos.
-Claro que no están en tus manos, están en NUESTRAS MANOS- Me sonrió
-Gracias Paulo, gracias-Ya no podía seguir llorando, ¡Ya no!
-Es mejor que descansemos, no hemos dormido durante toda la noche.
-Tengo una habitación grande, puedes dormir ahí, yo trataré de acomodarme en algún lugar lejano que no esté al alcance de copas.
-¿Y dónde es ese lugar?-me dijo con ternura.
-En la sala.
-¡Descuida! Yo no quiero que botes el recuerdo cuando tan sólo estés conmigo al lado, sino para siempre- continuó-Te ayudaré a dejar estas botellas en el bar de la sala, para que esto parezca una habitación y no un bar-sonrió.
Me robo unas carcajadas y me sonrojó por mi desorden-Está bien “orgullo”, como tú digas-le dije con ironía y algo de sarcasmo.
-¿Por qué orgullo?-me preguntó con risas de por medio.
-Porque lo que ahora estás haciendo en mí, es algo que el poco orgullo que queda ha querido hacer de hace tiempo.
Las cosas se fueron arreglando, mi habitación ahora si parecía habitación como lo decía Paulo.



EL COLOR SE VOLVIO GRIS

Ya no puedo decir te quiero a las nubes.
Ya no puedo mirar con ternura a los niños.
Ya no puedo tener esas ganas que contigo tenía.
Ya no puedo sonreír a los dulces de la tienda.
Ya no puedo soportar los gritos de la sociedad.
Ya no puedo mirar el horizonte sin tu perfume.
Ya no puedo fingir estar molesto cuando no lo estoy.
Ya no puedo enojarme y ver a alguien que me soporte.
Ya no puedo besar a la persona que está cerca a mi lado.
Ya no puedo correr desnudo por la casa.
Ya no puedo tocar tu vientre y tus piernas.
Ya no puedo saborear el amor.
Ya no puedo decir te amo.



Sólo puedo decir que desde el momento en que te fuiste, un vagabundo infeliz se ha ido hospedando en mis adentros, es ahora huésped fiel de mis emociones y egoísta con mis acciones. Ya no quiere seguir, ya no quiere sonreír  y ya no quiere mirar a la vida.
¡Maldito ser! ¡Maldito! No sabes cuánto deseo botarlo, pero no puedo.
TE FUISTE Y EL LLENO EL VACIO QUE TU DEJASTE.



Las noches sin ti, baby.
Las noches sin nicotina de tu amor son decepcionantes.
Las noches sin licor de tus besos son agrias.
Las noches sin perfume en la almohada son apestosas.
Las noches sin tu calor corporal YA NO RESISTEN MÁS.

TE AMO MAFER, YA LO COMPRENDI… Y ES MUY TARDE.
T E     A M O

martes, 30 de noviembre de 2010

III. Tóxico: AUXILIO INTERNO

El deseo me tienta una vez mas, quiero seguir con mi propósito - ¡No me detengas! No lo hagas -No interrumpas mis deseos, mis ansias y mis anhelos – ¡Suéltame, déjame en paz!-con pie firme no daría a torcer mis acciones -¡No lo hagas, por favor!, Piensa en ti…- me dijo, Interrumpiendo mis ideas con sus exclamaciones débiles que no daban ni un resultado en mí. El suceso más puro para mi cuerpo  físico se alegra por hacer lo cometido. El futurismo aparece por mis ojos, y mi figura gorda, que trata de ser delgada se desanima por lo que veo, pero se alegra por lo que hago.
EL REENCUENTRO NO PODIA SER TAN MALO.
Su mirada penetrante me desnuda casi al 90%, sentía que lo desconocía, pero sabía que era lo contrario: El me desconocía. Estaba pensado: Acaso este imbécil no sabía cuánto me costó y cuánto tiempo estoy sacrificando por él. ¿Acaso es que ya no me quiere? Entonces… este viaje seria mi arrepentimiento. 
Antes de estar frente a él. Estaba en el metro, esperando el momento en el cuál la puerta se abriera y pudiera ver el letrero de la ESTACION LIMA. Me moría de ganas por verlo una vez más, mucho tiempo se había llevado a mi mejor amigo, necesitaba sus brazos consoladores para que refugien mis problemas y mis sentimientos. Estaba planeando todo lo que haríamos hoy, es más hasta este día tenía un nombre “HOY SERA INOLVIDABLE”. Hasta qué… me vio, tan desnuda con mis ideas, tan tímida y algo equivocada, con una sonrisa que la atinó como inmadura y con los ánimos hasta el cielo por verlo. Con cada paso que daba su rostro se acercaba mas a mis mejillas, todo lo restante que no fueses él se distorsionaba, ESTABA AHÍ, ESE ERA MI MEJOR AMIGO, decía en mis adentros, orgullosa de él y de su madurez. Pero… nunca pensé que mi figura gorda fuera punto de su critica, porque ni bien me vio se quedó algo impactado. Sabía que había cambiado mucho físicamente pero no pensé que sería evidente en sus ojos de “igualdad” lo que tanto decía él.
-Hola Luciana- me dijo con una voz tímida, pero con un sonrisa bien puesta en su rostro.
Era obvio que no pensaría en lo que diría, sino en lo que haría, sin ni un “Hola” de por medio, lo abrasé tremendamente, con todas mis ansias, con todo mi amor. “Te extrañé” se escuchó en nuestro abraso.

Él estaba contento, entusiasmado, su oportunismo me hizo girar por el medio de la estación (él me levanto con sus brazos, y giro conmigo en su cuerpo)  fue divertido, pero quizá ridículo para las personas ¿Y a mí qué con lo que diga la gente?, me decía furiosamente. Estrechamos nuestras manos, nos besamos en la mejilla y nos dijimos muchas veces “te quiero” “te extrañe”
Luego de la calurosa bienvenida, me di cuenta de muchas cosas: Él había cambiado, se notó un poco decepcionado, sus respuestas giraban en torno a un estricto “si” o “no”,  ¿por qué cambio? ¿Acaso no le gusta mi ropa? o quizá sea mi contextura gruesa. Debía de adelgazar, ¡qué estúpida soy!
¡ESTUPIDO FISICO DESCARTABLE!
Las horas concurren, los días también, los años de la misma manera y con todos ellos: la vejez llega al ocaso del atardecer, es visible ¡Claro que es visible! La figura se distorsiona por los años, pero el alma se pule, los errores de la vida han enseñado al alma lo tan sacrificado que es ser alguien.
Se cae la belleza, se derrama como tinta negra comprimida en un lapicero. Se van los años de juventud física (porque juventud, juventud no lo tiene todo mundo). Le damos la bienvenida a la terrible edad. Entonces… LA EDAD RECAE EN LA BELLEZA. Y no recaer por gravedad sino por naturaleza.
Estábamos frente al Starbucks de Miraflores, él me miraba tiernamente, sus previas conversaciones por internet me demostraban su madurez. Era increíble no tener en mente de qué conversar, recuerdo hace no más de 4 años, cuando éramos estudiantes: todo era rosa, hablábamos hasta por los codos, nunca había un momento de silencio, nuestros diálogos se acompañaban de carcajadas y burlas, nos contábamos las cosas mas intimas de nuestra adolescencia. ¿Y ahora? Por lo que veo: AHORA NO. Estaba confundida, entonces, tome la decisión de ir al baño. Me miré frente al espejo, no vi mas que grasa y a una joven pidiendo ayuda ¿ayuda? si, ayuda. Y de eso hablaremos después.
Regresé a la mesa donde nos sentábamos, me acomode el cabello y... (Tengo temas de conversación: le haré recordar los viejos tiempos, será una conversación divertida por excelencia) entonces, le dije- Sabes…-él se notó extraño y me dijo- No, tú sabes qué-Me quede asombrada, ¿asombrada? No, me quede impactada de su gran rapidez con la cual corto mi conversación-¿Qué te pasa?- le dije, con mucho asombro.
El saco algo de su bolsillo, no tenía ni la menor idea de lo que tramaba, pero comencé a ponerme tensa y algo nerviosa- ¿Qué ocurre?-insistí.
-Ocurre qué: ¿En qué tiempo cambiaste? Qué te pasó, qué sucedió.
-¡De qué hablas!
-¿Qué es esto?- saco de su bolsillo una pastilla de envoltura blanca, no sabía que quería lograr con eso. Pero de pronto, casi al segundo, llegó una idea a mi mente ¡¿mis pastillas?! GITE POR DENTRO. Busque rápidamente mi bolso, lo note abierto, rebusque con mis manos a lo profundo del bolso y no encontré nada. Entonces… le dije
Qué te da derecho a rebuscar mis cosas!-Estaba obviamente frustrada, con los ojos rojos de vergüenza y con la agitación rápida de mi respiración.
-¿Luciana, qué pasó?, qué te ocurre, confía en mí, amiga. Tú sabes que somos una sola pieza, no puedes avanzar sola y mucho menos con decisiones que perturban la salud.
-¡CALLATE! TU NO ERES NADA, NO ERES NADIE Y NO ME PUEDES PROHIBIR A DEJAR DE HACERLO- tire mi silla con rapidez, recogí mi bolso que se había caído del nerviosismo y me largué del lugar sin ni una huella de a dónde iría. Caminé largamente, no sé a dónde carajos iba, sólo seguía al orgullo que daba cada paso por delante, mi rostro avergonzado seguía casi obedientemente a mis impulsos suicidas que me llevaban al extremo de consumir 3 vintix en el segundo. Vi la silueta de lo que era mi edificio, antes de entrar al departamento, me detuve un segundo, mire hacia los alrededores, no había nadie, estaba parada en medio de la pista como casi con la mirada distorsionada. Parada frente en el núcleo de la sociedad limeña: Miraflores. Mirando el cielo, preguntándome: ¿Qué rayos nos sucede? ¿Por qué rayos somos tan hipócritas e imbéciles? Estaba cuestionando nuevamente las preguntas cotidianas de todo el mundo. El maldito claxon de un taxi me sacudió del susto repentino y camine hacia la vereda, entre al departamento, me senté en el sillón, pensando en la triste y absurda cita de hoy, las lágrimas caían al segundo, sabia en mi mente que lo había decepcionado, pero tenía cólera ¿por qué mierda tenía que rebuscar mis cosas personales? No podía sacar de mi mente este estúpido incidente.

¡AYUDAME! ¡POR FAVOR! ¡AYUDA!: “GRITOS DEL INTERIOR”
El celular apagado, la televisión prendida, el ruido de la calle bañe toda la casa, las ventanas abiertas, las cortinas que se sacuden por el viento, el sol que refleja uno de sus pocos rayos que penetran la sala, el desorden de la multitud y devastadora depresión, la incomunicación de hacia los demás y sobre todo el corazón partido por el sabor amargo de la desesperación combinada con algo de rencor y vergüenza a la vez.
¡Ayuda! AYUDA, por favor,
Libérame de este cuerpo reprimido,
Libérame del castigo,
Acobíjame entre tu amor y cúbreme entre la esperanza.

Estas ganas mías de recaer
Son evidentes en el interior,
¡No quiero volver a quebrarme!
Ayúdame a recomenzar, una vez más.

Quítame el miedo,  cógeme de la mano
Ayúdame a pisar fuerte, que tengo pavor de resbalarme
No quiero caer, siento que todo ya lo eh vivido
Sé mis ganas de comenzar…



Estoy confundida, lo acepto, tengo miedo de perder a mi mejor amigo. Ya han pasado muchos días, no sé nada de él, o mejor dicho: Él no sabe nada de mí.
Tomé mi celular, busque su número y lo llamé.
-¿Aló?-me dijo con una voz entusiasmada- No cuelgues, por favor, no lo hagas
-Hola- le respondí con una voz llorosa
-Luciana, lo siento amiga. Soy un imbécil, no tuve por qué rebuscar entre tus cosas, lo siento, pero no te quiero perder. No me cuelgues, por favor, sólo escúchame: Necesitamos volver a vernos.
-Sí, lo necesitamos.
-Mañana las 2pm en el parque Kennedy, ¿vale?
-No, ahora en el parque Kennedy-Le corte la llamada.
Con voz firme, me alisté, me asee, me peine con lentitud, tocándome el cabello largo y llegan hasta el fin, miré la venta, todo era tan normal. “Por fin la bestia salía de su guarida”.

Llegue hacia el parque Kennedy, él ya estaba ahí, esperándome sentado con una mirada reconfortante, con los ojos húmedos y rojos, estaba con un pantalón negro, una camisa a cuadros y una gorra; mientras yo esta con un pantalón pitillo, con un polo manga cero, casi descarado y con un abrigo de por encima, usaba gafas para ocultar “el auxilio interno”.
El me miro, se paró, nos abrazamos, no nos queríamos soltar, por un momento volvimos a la adolescencia de casi 3 años perdidos, palabras casi entrecortadas vuelan sin un rumbo alguno.
Las hojas del otoño se caen por naturaleza y nosotros nos abrazamos por querer.
-Lo siento Luciana, lo siento.
-No, no hablemos de eso
-No puede ser así, tenemos que hablar sobre aquello
-Ahora no, por favor.
-Esta bien, mas tarde, ¿sí?
Me limpio las lágrimas con ternura, yo lo abrase una vez más. Comimos helados, nos sentamos frente al mar y comenzamos a tirar piedrecillas hacia el inmenso océano, casi en algún lugar de Larcomar, me dijo-¿Ahora si podemos hablar?
Ya nada me haría obviar la conversación, con resignación-Si, ya podemos hablar.
-No sé en realidad por dónde comenzar, hay tantas cosas, pero no lo sé

-Se claro, se precisó. Sin rodeos sería mejor. Quiero terminar esto de una vez.
-Esto no terminará aquí, esto terminara sólo cuando tú digas YA BASTA.
“Sólo cuando tú digas ya basta” Esa frase me hizo pensar por mucho rato, era tan precisa, era lo que mi auxilio interior pedía por mucho tiempo, pero… El me obligo a no abandonar la conversación con un –Sólo tú decides en ti.
-Sí, lo sé, pero… no es fácil, no lo es.
-Luciana, ¿sabes en realidad lo que estas consumiendo?
-¿De qué hablas?- Traté de despistar la acusación como si no supiera de lo que me hablaba.
-Te estas metiendo vintix.
-¿Qué de qué hablas?, no entiendo- Traté de acomodarme el cabello para disimular la acusación, pero por dentro pensaba,¿ cómo carajos se había enterado eso él?
-La semana pasada, cuando saliste despavorida del Starbucks dejaste la pastilla tirada en el piso, no resistí las ansias de averiguar qué era eso, lo busco en internet, y tú…
-¿Y yo qué?-Le insistí con ansias-Yo qué
-Tú sufres un problema, un problema no tan grave, pero se puedo solucionar: Anorexia.
¿Anorexia? Bajé el rostro con lentitud, mis cejas se movían independientemente, las ideas se disparaban por cualquier dirección. Estaba confundida, pero tenía casi dos vertientes fijas:
LA PRIMERA: La belleza es exterior, se necesita sacrificio, la hermosura no será destruida y el cuerpo físico estético no se verá perjudicado. Las rutinas pastillas ya tienen un efecto nocivo en mí, si de eso se trata: Las pastillas y la belleza se robaron mi interior, el auxilio interno se vuelve enterrar en  el recuerdo
LA SEGUNDA: Me eh mirado una y otra vez, el espejo es la realidad y el corazón es la fantasía, no se puede vivir de ilusión, pero quizá lo pueda intentar, pero ¡no! No conseguiré nada, el apetito ya no surge en mí,  por más que trato de hacer caso al auxilio interno, este nunca vivirá en el exterior.
Las ganas improvisas me obligan a no comer, pero  las ansias internas que pesan un gramo al lado de mi adicción no tienen voz ni voto. Pero quizá él si la tenga, entonces con firmeza y esperanza en lo que decía saco de una de las bolsas de compra una hamburguesa, quizá y no sea un buen alimento pero sé que el trata de motivar mi apetito, pero lo que no sabe es que mis ansias de comer ya murieron de una forma cruel y muy pura.
Él se acercó hacia a mí, sabía que mis ansias eran inútiles ante esa hamburguesa, pero sé que aún conservaba la fe. Me miro y me acaricio el rostro, con ternura y mucha delicadeza, obligo indirectamente a recostarme sobre él, entonces mirábamos el cielo, a las personas, la playa, los edificios, las gaviotas y escuchábamos el desastroso ruido de la costa verde.
Mientras tanto, sometidos al ruido artificial del hombre, pero natural para la sociedad. Caminamos hacia el paradero, su rostro se veía tranquilo, mi conducta y mis ideas se habían tranquilizado, entonces ya no tenía perturbaciones y estaba decidida a seguir los pasos de él. Sin embargo, me extraño que él me dijera -Es hora de ir a casa.
Era obvio que no pensé que este encuentro terminará de esta manera, no es que haya terminado de la peor manera, solo que, por un momento se me ocurrió hacer algo divertido por la noche, quizá unas bebidas, o cigarrillos; en cambio, sólo hubo una conversación que termino por estresarme. Aun así, sin haber pasado cosas de mis expectativas, estaba satisfecha de arreglas las cosas y de haber conversado con él.
Llegué al departamento, una vez más, cómo todos los días en mi alojamiento en Lima. Noté algo extraño en la mesa del comedor, disimulaban ser paquetes o bolsas de algo grande, me acerqué hacia ello y con curiosidad por abrirlas, noté algo mucho mas extraño, una carta en el pie de estas bolsas, entonces tenía más que mil preguntas que estrellaban unas contra otras, pero una más resaltante que la otra “¿Quién me las envió?”
Abrí la carta con impaciencia  y esta decía:


Querida Luciana, hoy te iré a ver, quizá y tengas muchas dudas acerca de lo que pasará hoy, esto, lo que te escribo es un post-carta, no lo hago por miedo, ni mucho menos por cobardía. Quizá y estoy mintiendo, si lo hago, es por cobardía, pero cobarde por no perder tu amistad. No tengo idea de cómo terminará esta cita de hoy, pero si terminó mal, te quiero decir que hay motivos para que me entiendas, y para yo entenderte; y si la cita resultó de una manera favorable, igual hay cosas por decir. Las dos se conectan, y sabes porqué, porque se trata sobre ti.
 -Hay cosas que uno no puede callar, hay cosas que siempre se quieren ocultar, pero el deseo de compartirlo no es un buen aliado, sé de lo que te hablaré hoy, y sé también de tu estado de ánimo que tendrás en estos momentos, bueno, realmente no lo sé con exactitud, pero lo pronostico. Tal vez en estos instantes estés tomando un café, y bañada de dilemas, sorprendida por esta carta y furiosa por tratar de predecir algo que ni tú y ni yo sabíamos que es lo que pasaría.
Quizá y te torne todo esto, como algo confuso, quizá y pienses que soy un idiota, quizá y te digas “por qué empleo tanto el quizá”. Y sabes por qué lo hago, porque no sé lo que ocurrirá después de haberla terminado de leer, estoy lleno de dudas hacer de lo que escribiré, pero a la vez estoy lleno de valentía para decirte que estas junto a mí, y a mi lado estarás cerca.

Luciana, las ganas ya no me quedan en ni un pedazo de carne, la curiosidad ha matado a la razón y la preocupación toma cada vez mas valor. Aquella pastilla, aquel objeto que me mantuvo durante alborotos por muchos días, recobró aunque sea un poco de vida, cuando decidí averiguar más sobre aquello, y encontré esta información: Vintix es una droga similar a la anfetamina que quita el apetito. Como tal no puede usarse con frecuencia (1 ves por bimestre) ya que se puede desarrollar adicción y algunos ciertos efectos secundarios muy directos hacia los adictos: sequedad en la boca, estreñimiento, insomnio e intoxicación (...)
Sabes, el llanto me ganó, la desesperación también y las ganas de no perderte me llevaron a volverme loco por tratar de localizarte, no contestabas los teléfonos, y sentía pavor por llegar al departamento y recibir un rechazo de tu parte. Todo fue duro, pero admito que cuando me llamaste mis ánimos saltaron de alegría y de amor, salí corriendo hacia tu encuentro pero sin antes haber escrito esta carta y mandártela en tu ausencia.

Te dejo mis besos y mis abrazos para ti: Para mi mejor amiga, Luciana.

Dejé la carta por un lado, y abrí el paquete. Encontré un oso de peluche y empaques de comida. Sonreí con ironía, pero con comprensión hacia sus esfuerzos por preocupación.
Había recuperado a mi mejor amigo, había recuperado mi sonrisa.


La belleza; Lo descartable de la vida (Mi versión).

No podía dejar de lado los pensamientos  que me mantenían tan cerca de Luciana, ella me preocupaba, no sé cómo haya tomado la idea de recibir mi post-carta. Pero si de algo estoy seguro, es que tengo algo de miedo y de ansias por saber qué piensa de mí en estos instantes. Cómo repentino, casi de manera radical, cortando mis idea, sonó el teléfono, me levanté de la silla que tanto alivio habrá de gritar, de tantas ideas haber cargado. Era mi enamorada, de la que hablé en la II Publicación (noche en tu piel). Ella estaba al tanto de todo lo que pasaba entre yo y Luciana, quizá y era la mas emocionada por nuestro RE-ENCUENTRO, es algo fortuito y satisfactorio saber que  alguien, te entiende, que está allí, en las buenas y malas contigo, pero que de alguna manera hace notar su existencia, con palabras  alentadoras y motivadoras que te empujan a hacer lo que quizá y nombres “incapaz”. Tendré razón en decir, que todo está en el estado mental, porque es la realidad, entonces, la conversación término con un “te quiero” en el final, y con un “suerte” por parte de ella.
Ya había pasado como más de 3 horas del final de la última cita con Luciana, entonces, ¡Ya era hora de llamarla! ¡Ya era hora de botar de una vez por todas, todas mis dudas! Su voz tan agridulce me asustó en el principio, pero con un “Eres el mejor amigo del mundo” me devolvió la vida que por un instante se había esfumado de mí, sonreí mucho, estaba obviamente alegre: Había recuperado a mi mejor amiga, había por fin, lo que se nota ausente, su presencia.
Ella es mi mejor amiga: Uno de mis grandes motivos. Y no la quiero perder.
Das todo para volver a empezar…
Llenas aquel desequilibrado tiempo y lo conviertes en la eternidad.
Entonces, no tengo nada más que pensar: si algo nos pasó, fue el temor de alejarnos lo que nos unió más.


Te quiero Luciana.
Mejor dicho, te quiero mejor amiga.

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