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domingo, 29 de mayo de 2011

VII. Romina♥ Sábanas blancas.

Eran muchas las razones por las cuales la paz se había marchado de mí, el sexo era el único refugio que me dejó cierto amor que dé luego se destruyó.
Y a   n o    e x i s t í a   a l m a    e n    m í .

En este cuerpo deshabitado y abandonado sólo existía un huésped capaz de sobrevivir, un inquilino poco deseado, un lujurioso sediento de pasión: El sexo.
 

El regreso a la ciudad me llenaba de miedos, presentía que la sedienta mujer que llevo en el reflejo volviera a despertar como todos los días de mi vida.
Si de algo me había servido los días en casa de Alexis (pucusana) era en controlar las ansias de tener sexo. Aunque mis noches se hallan tornado húmedas, nunca necesité a un hombre frente a mí. Tal vez, puede ser, quizá. . . el hablar con Axel me haya calmado un poco mas. Tal vez y necesitaba eso.

Llegué a Lima, recibida de un aburrido sábado, un otoño vivo y unas neblinas perfectas.
Mis primeros minutos en el departamento me llenaron de nostalgia. Extrañé por pocos minutos los días en Pucusana, cuando el mar estaba tan cerca de mí. Cuando descubrí gracias a Axel que el suicidio no era un acto de cobardía, sino mas bien de valentía porque para decidir acabar con tu vida hay que tener las fuerzas necesarias.
Los días largos fuera de Lima, si me habían servido de mucho- pensé-

;
Son las 9pm y estoy frente de la ventana, escondida entre las cortinas, mirando desde el quinto piso las calles de San Isidro, buscando entre toda esas personas a Isabel.

Estoy decidida a romper este aburrimiento. Estoy decidida a retomar mis noches y mis hábitos abandonados durante mi estadía fuera de Lima.

Me terminé de alistar. Isabel me esperaba en la sala, salimos del departamento y tomamos un taxi. Llegamos a la discoteca. ¡LISTO! Dijimos.
Tomamos algunos tragos, bailamos sin parar. Y en un instante, ocurrió. . .

Presas fáciles en un banquete.
Estamos sentadas en una mesa circular, dos hombres se acercaron, uno más simpático que el otro, sin duda. Se sentaron frente a nosotras y con una voz apropiada prosiguió la seducción.
-No sé si ustedes lo habían notado, pero son las chicas más simpáticas de la noche.
No fue un gran comienzo, si pensó que me alagaba pues, no terminaba mas que decepcionándome. Lo interrumpí, con intención de darle el punto a la conversación.
-No lo hemos notado. Siempre al final la belleza no suele importar. ¿Cierto?
Rompieron en risa, tal vez captaron la intención de mis palabras. Y habló.
-Si tal vez, pero no en nuestros casos- El hombre menos simpático y de ojos bellos le susurró al oído de Isabel. Al instante Isabel susurró mi oído.
-El sexo no siempre es cómplice del amor.
Él la llevó a la salida de la discoteca. Sonreí. Mientras que el otro, me quedó mirando. . .Interrumpí su mirada sedienta para dar comienzo a lo que empezamos.
-¿vives cerca de aquí? –comenté con una sonrisa entrepuesta.
-Si- sonrió disimuladamente y prosiguió- a unas 5 cuadras.
Lo miré y le sonreí una vez más. Él me tomó de la mano y me llevó a su auto.




. . .Fueron sus besos los que me tocaban.




El aroma de su piel estallaba en mis dientes.
La locura nunca se tranquilizó.











Sus manos viajaban por mi cuerpo.
Mis senos eran sus senos y mi cuerpo su instrumento.





 






Sus dientes despojaron los tirantes.
Sus labios derramaron excitación.









Los besos me enloquecían.
Y sus manos me poseían.









Bajó la cabeza por entre mis senos
Y luego por entre mis piernas.






 






Mi boca jugó con él.
Cómo el jugo conmigo.











Susurrábamos en el alboroto.
Nos enloquecíamos en la fusión.


...

Los reflejos del sol entraban por la cortina semi-abierta.

Desperté a la mañana siguiente cubierta de sábanas blancas que ocultaban un poco de mi cuerpo desnudo.
Mis ojos apenas y parpadeaban, volteé mi cabeza a mirar hacia mis costados, él estaba allí, aun durmiendo. Recorrí mis manos sobre mi rostro con el fin de despegar el sueño y la flojera. Me levanté algo despeinada y me vestí con mis prendas que estaban en el suelo. Entré al baño y me mojé el rostro. Alisté mi bolso y salí del departamento.
Tome un taxi hacia casa, y golpeada por la pereza y el sueño, me atreví a preguntar al lado mas sensible de la razón – ¿Cuál era su nombre? ¿Acaso me lo había dicho?No. –respondió alguna neurona que sobrevivió.

Llegué a casa. . . No resistía más.
Me desprendí de la ropa, de mi ventana toqué el sol que aún no se ocultaba por el otoño.

Retrocedí de espaldas y me golpeé con el piano. Volteé.  El piano me seducía lentamente
Me acerqué el y probé algunas melodías. Al instante, por arte de magia. . . Me enamoré de el.



~Inhalar marihuana  sin riesgos de matar neuronas.
. . . EL CORAZON RESPIRABA.

El sonido perfecto del piano, el agotamiento de la respiración, el alivio de la vida… Era relajante.
El sexo no pesaba nada frente a los teclados del piano.
Me sentía mover, manipulada por el mágico sonido. El corazón respiraba, la piel se desprendía y el despojo de mi vida se sentía caer. Era relajante, era perfecto.

¡Ya no sentía el peso cargar!
Mis errores parecían borrados por un momento, me sentía tranquila conmigo misma, toda una vida agitada se transformaba en perfección.
Tocar el piano me llevaba a una metamorfosis…     
Era llegar al éxtasis, tocar el cielo sin necesidad de fumar.
Sentirme volar.                                              …Poder caminar por encima del mar.
Inhalar marihuana  sin riesgos de matar neuronas.
Componer al corazón en una hoja de papel. Transformar mis senos en montañas gigantes donde la luz nos toqué con mayor intensidad.


Yo di la vida por él luego nadie me la devolvió, ni la reencarnación.

La sabana cubría mis pechos desnudos, pero no encontré ningún tapiz que cubriera mi rostro por toda la vida.
Nunca entendí a mi otra voz. Era extraño distinguir mis ideas en el interior, se escuchaban ruidos indeseables y susurros que nunca dejaban descansar al alma. Tal vez era por esa razón que nunca encontré la paz.

El amor de alguna manera me habían entregado cierta paz y tranquilidad, la felicidad me tocaba todos los días. Por esos entonces comprendí que el amor me había devuelto al corazón. Y creo con mucha certeza que así fue, porque cuando todo colapsó, el corazón se marchó.

Sólo apenas puede rescatar el deseo carnal. Desde entonces me eh convertido en un ser primitivo.

Esto era el corazón; Y ahora, Esta es lo que quedo… Yo.


Fueron los días los que se llevaron los sueños…


Fueron las lágrimas las que me dejaron deshidratada…
Fueron los cigarrillos los que me consumían…
Fueron las piedras las que sustituyeron al corazón…
Y fueron los tóxicos aromas de los recuerdos los que inhalaban al alma, hasta que desapareció.

Eran muchas las razones por las cuales la paz se había marchado de mí, el sexo era el único refugio que me dejó cierto amor que dé luego se destruyó.
Ya no existía alma en mí.
En este cuerpo deshabitado y abandonado sólo existía un huésped capaz de sobrevivir, un inquilino poco deseado, un lujurioso sediento de pasión: El sexo.
Y aunque mi boca no sólo era boca, y mis senos no sólo eran senos, yo tampoco era yo.




-Atte. Romina
Yo creo que el sexo no sólo es sexo, sino también algún refugio. Es sentir el clímax de tu cuerpo estallando a cada instante, es como fumar marihuana o cocaína, es sentirse volar por cierto tiempo, es vivir esa sensación única de no tocar el suelo. Son cosas increíbles que nacen en el momento y que son vividas de diferente manera por cada persona.
Y aunque el sexo sea mi dependencia favorita y natural. La marihuana es ese complemento que necesita la sedienta piel para explotar.

Creo que la marihuana llego en el momento más oportuno de mi vida, La marihuana no cambió nada en mí; sin embargo, el amor se encargó de destruir toda mínima ilusión de felicidad.
Puedo afirmar con mucha certeza que el amor es mucho más letal que todas las sustancias toxicas reunidas en una sola.
Es carroñera de los recuerdos y llantos, es prisionera mortal de la piel, es terrorista de mi vida,  es tan sumiso y tan letal… Es el amor el que te daña más.


 PSDTTA: Deseo amar la fragilidad de la memoria.
Me puedes enviar un e-mail a: jayrokerin@gmail.com