“Eres y siempre serás así, de tal manera que nada en ti es una imperfección sino más bien, una pura creación.”
A pasos lentos fui caminando. . .

Los pasadores raspando las veredas, el jean ajustado, la mirada perdida por algún lugar y el cuerpo sin alma caminando perdido. Las últimas cenizas caen al suelo mojado, los últimos suspiros se desnudan en mi boca.

-Uno igual- Interrumpió Mateo.
Mateo no murmuraba, ni hablaba. Sólo me miraba. Sus manos se deslizaban con timidez por encima de la mesa, iban en camino del encuentro, pareciera no importar nada. Mis ojos no se detuvieron en mirar el propósito de sus manos, se acercaba lentamente hacia las mías, el frio parecía descender hasta cuando explotó, sus manos tocaban las mías. Alcé la mirada hacia sus ojos, el me miró y yo sonrojé.
-Sí, así sucede en mí- Le contesté con torpeza y timidez.
-Te sucede algo. . . y no me lo quieres contar.
-Tú lo sabes muy bien, sólo espero tomar el café y marcharme, ya.
-¿Sólo esperas eso? ¿Sólo eso?
-Me cansé mucho de esperar, las horas fueron minutos y el corazón siempre fue el mismo, nada cambió en él, ni siquiera tu postal.
-Tú sabes. . . –El corazón lo interrumpió- Pensé que sería diferente, no es necesario que tan sólo lo sepa, porque siempre lo supe, sino que supieses tú que se sentía vivir como yo lo hacía.
Había algunas lágrimas en la mejilla, había alguna historia detrás de todo esto. Pero ya no había ni un minuto que resistiera para continuar con la conversación. Me paré y salí del café.

Mientras todos cargan en su mente asuntos laborales y de sacrificios, yo cargo asuntos personales, no del corazón, pero si del sentimiento. Mientras tanto, busqué con la mano derecha un cigarrillo entre los bolsillos de la casaca, y un encendedor entre mi bolsillo trasero, me paré un segundo para prender el cigarro, mientras nada alrededor mío paraba, todo continuaba, como manipulados por una corriente. Nadie se atrevería a parar frente a toda esta gente; sin embargo, yo lo pude hacer. Con algo de incomodidad llegue a prender el cigarrillo y entonces comenzó el inicio de la historia. . .
Mateo fue un amigo de hace muchos años, nunca nadie había entendido nuestra amistad, éramos uno solo, sin piezas armables de rompecabezas. Los días junto a él, eran días llenos de sinceridad y consolación, mientras yo sufría contándole algunos romances joviales, él escuchaba atento y me consolaba incondicionalmente. Hasta que algún día, en una discoteca, después de haber ingerido mucho

Pensé que el viaje lo había hecho meditar mucho, pero de nada sirvió el encuentro, no pensaba seguir siendo un romance clandestino, sino un romance aunque sea sin mentiras.
El cigarrillo se consumió solo, y se desplomó hacia el pavimento húmedo.
Una lágrima cae lentamente, viola la gravedad, se confunde entre gotas de lluvia.
Yo sé, claro que sé cuál es mi lágrima.
No contiene agua, sino recuerdos. Cae lentamente. . .
Allí cae su amor, lento pero cae.
Se mezcla entre otras gotas
Y se diferencia por el dolor.
Allí está. . . en el suelo, perdida entre todas,
como lo estamos tú y yo.

Ya ni había palabras para el amor.
Ya ni versos largos o cortos que escribir, el papel se convirtió sólo en eso: un papel. Pareciera que la inspiración se esfumó, así como se esfumó el soñador en mí.
El celular sonaba, eché un vistazo hacia el destinatario, era Axel. Contesté la llamada.
-Paulo, ¿en que estas?-interrumpió el sueño.
-Durmiendo.
-Estoy en Barranco, ven ahora.
-¿En Barranco? ¿Y ahora?- lo cuestioné.
-Te espero en el boulevard.
-No creo. . . – Corto la llamada.
Desperté entre la muerte con ni un ánimo de salir, el celular volvió a sonar, esta vez era un mensaje de texto. Decía:
-A las 10:30 en la estación boulevard, te espero.
Caminé hacia el baño y sacudí mi cabeza, tratando de soltarme del sueño. Me miré frente al espejo, vi a alguien destrozado, entonces, decidí salir a divertirme. Me alisté y tomé un taxi.
Las ventanas empañadas y un corazón destrosado. . .
Las ventanas empañadas y un corazón destrosado. . .
Miré el reloj, eran las 10:15, estaba cerca. Llegaré a tiempo, pensé.
Caminé hacia la estación, allí estaba Axel, esperando. Lo saludé, y caminamos hacia el boulevard. . . .Me sentí extraño, raro, no encajaba allí. Axel me conducía hacia algún lugar, yo lo seguía con firmeza. De lo lejos, en una mesa vi a Luciana y Alexis. Estuvimos todo el tiempo sentados bebiendo algo y, en realidad poco bailaba.
Nadie, ni mucho menos yo entendía por qué estaba así.
Caminé hacia no sé dónde, no conocía muy bien barranco y en realidad hacia tanto frio que. . .
-¡Hey, Paulo!- Volteé el rostro, era Axel. Lo miré, le sonreí y proseguí caminando. El corrió hacia mí, me detuvo del brazo, continuó- ¿A dónde vas?
-A donde este mejor.
-¿Qué sucede?, ¿qué pasa contigo?
-Nada, no pasa nada. Sólo que no tengo ganas para estar allí.
-Y de qué tienes ganas ahora, ¿de llorar?
Lo miré, mis ojos se empaparon de algunas lágrimas, respondí –En realidad, sí.
-¿Qué pasó, Paulo? Acaso ya no confías en mí.
Tragué saliva, tenía algo de miedo de contarle toda la verdad, no sabía qué responder. Explicarle que su amigo había tenido un desastre amoroso con un hombre sería asqueroso para él. MEJOR NO, mejor no le diré la verdad, contesté- Estoy al borde. . . Al borde de los límites.
-¿Límites?
-Sí, de mis límites.
-No hay límites en nadie-Respondió.
-En mi sí. ESTOY AL BORDE DE LA DESEPCION.
Continúe caminando, siguiendo a algún fantasma, dejé atrás a Axel y caminé. La madrugada nunca parecía volver.
Las palabras se hicieron cortas. . .
Las lágrimas muy continuas, y el corazón que no respondía estaban ausentes de todo, hasta de la respiración. Nada marchaba bien en mí.
Pasaron horas, me detuve en un parque. Frente de un muchacho de casi mi edad. Lo ignoré.
Estaba agotado, muy cansado. Miré en el celular la hora: 3:15 am. Frente a mí seguía el mismo muchacho, me percaté en su rostro, estaba llorando, con un cigarrillo entre los dedos. . . No estaba nada bien, me acerqué hacia él, me senté a su costado. En realidad no estábamos bien.
Asomó su mirada de entre el llanto, no sabía que ocurría. El invierno una vez se hizo sentir, él llevaba un abrigo, mientras yo sólo una delgada polera. Interrumpí el silencio.
Tal vez sea inoportuno, pero eso no corre de mi cuenta -¿Hola?
El me miró una vez más, quedo un frio silencio por 4 segundos, luego contestó -¿Quieres un cigarro verdad?
-No- respondí
-¿Entonces?
-Te noté algo mal.
-Disculpa, no siempre un desconocido pregunta por mi estado de ánimo.
Fui un torpe, la conversación no tenía sentido-Olvídalo.-Me paré a continuar mi camino a la madrugada.
-¡Espera!- interrumpió, luego continuó-Ya nada queda, no tengo nada que perder. Quisiera que fueses oído y no una voz que de consejos.- Me guió hacia su auto, entramos en el. . . y le pregunté.
-Aguarda, soy apenas un desconocido. ¿Confías en mí?
-No, pero por eso, eres un desconocido, y no sabes nada de mí, ni me dirección ni nada.
-Tienes razón, entonces, continua.

-Cálmate, nada malo has hecho para que estés así, sólo has amado mucho.
-¡ESO ES! Nada malo eh hecho, sólo eh seguido mi camino. Sólo eh seguido mis sentimientos y es por eso que nunca llegó a entender el dolor.
-Aún no entiendo nada.
-Es mejor. . . –tomó un poco de aire, y luego respondió- soy gay.
-¿Y?- le respondí con frivolidad, continúe -Eres y siempre serás así, de tal manera que nada en ti es una imperfección sino más bien, una pura creación.
. . .
“La libertad de las palomas se veía morir cada vez que alguna resortera apuntase hacia ellas. La libertad de las personas no existe porque siempre están en la resortera de los demás,
apuntando a disparar.”
apuntando a disparar.”
De Paulo Swetch